Escuela de Pacientes del Servicio Riojano de Salud
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¿Qué es la demencia?

La demencia es un síndrome  adquirido caracterizado por la aparición de un deterioro persistente de las funciones mentales,  que conlleva una incapacidad funcional. En nuestro medio la causa más frecuente son las enfermedades  neurodegenerativas y, entre ellas, la Enfermedad de Alzheimer (EA).

 

¿Qué tipos de demencia hay?

Es habitual clasificarlas según su causa, diferenciando entre:

  • Demencias primarias o neurodegenerativas: hay una pérdida de neuronas por alteraciones intrínsecas. De ellas las más frecuentes son:
    • Enfermedad de Alzheimer (la más frecuente)
    • Demencia por Cuerpos de Lewy
    • Demencia frontotemporal
  • Demencias secundarias: hay una pérdida de neuronas por causas externas: lesiones vasculares, traumatismos, infecciones, tóxicos, etc.
  • Demencias combinadas o de causa múltiple: hay más de una causa que lo origina. Por ejemplo, cuando hay lesiones tipo Alzheimer y lesiones vasculares. 

 

¿Es lo mismo demencia que enfermedad de Alzheimer?

La Enfermedad de Alzheimer es un tipo de demencia, la más frecuente; 7 de cada 10 pacientes con demencia la padecen. La demencia es un término que describe de forma global aquellos trastornos que merman de forma progresiva las capacidades cognitivas y que llegan a interferir en la autonomía del paciente en su día a día. Hay diferentes enfermedades neurológicas que pueden producir demencia, entre ellas la enfermedad de Alzheimer.

 

¿Qué es la enfermedad de Alzheimer?

La enfermedad de Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa progresiva por la cual el paciente tiene olvidos, se desorienta, deja de comunicarse y cada vez es más dependiente para realizar las actividades diarias. Es la forma más común de demencia en las personas mayores.

Se produce por la pérdida progresiva de las neuronas (enfermedad neurodegenerativa) que provoca que el sistema nervioso deje de realizar su función con normalidad. La enfermedad de Alzheimer no debe considerarse una parte normal del envejecimiento.

 

¿Cuáles son los síntomas de la enfermedad de Alzheimer?

Pérdida de memoria. La pérdida de memoria de los hechos recientes es el síntoma más frecuente y típico de la enfermedad de Alzheimer.  La pérdida de memoria se manifiesta en forma de olvidos de hechos recientes y dificultad para aprender cosas nuevas, aunque puede recordar hechos que han pasado hace mucho tiempo. Se olvidan conversaciones, citas o encargos dichos hace poco rato; se repite muchas veces una cosa o una pregunta porque no recuerda haberlo hecho; se pierden o traspapelan objetos.

Dificultad en la planificación y realización de tareas. Dificultad para realizar tareas complejas, bien porque no las acabe, las haga mal o porque tarde mucho más tiempo en hacerlas. Con el tiempo las dificultades afectan trabajos más simples.

Desorientación temporoespacial.  Dificultades para saber el día, el mes, la estación del año, el año en que se encuentra, o bien la hora. También hay dificultades para orientarse en el espacio, es decir, saber por dónde se va; primero por lugares poco conocidos y más adelante también en casa.

Problemas de lenguaje. Se presentan dificultades para hablar (expresión) o entender lo que se explica (comprensión). La dificultad en la expresión del lenguaje se manifiesta con una pérdida de vocabulario y el paciente, a veces, utiliza palabras comodín ('cosa', 'esto' o 'aquello') o pierde el hilo de lo que decía. También le puede costar entender las cosas, especialmente si las frases son largas.

Cambios de conducta. En fases iniciales puede haber cambios en el estado de ánimo, con menos ganas de hacer cosas y dejadez en sus tareas. Dado que muchas veces el paciente no es consciente de la gravedad de sus problemas cognitivos, es frecuente que responda con irritabilidad a la ayuda que se le ofrece. En algunas ocasiones, en fases más avanzadas, puede haber una interpretación errónea de las situaciones, o alteraciones en la percepción (ilusiones o alucinaciones) que pueden desembocar en agresividad verbal o física hacia sí mismo u otras personas, especialmente al atardecer o por la noche.

Alteración del ritmo del sueño. Es frecuente que a medida que la enfermedad avanza se pierda el ritmo normal del sueño. Los pacientes pueden dormir de día y de noche y tener dificultades para mantener el sueño.

Trastornos motores. Los problemas de movimiento no son un síntoma inicial en la enfermedad de Alzheimer, pero en fases severas de la enfermedad el control del cerebro sobre el movimiento también se afecta, por ello, el paciente pierde la capacidad de andar e, incluso, de mantenerse sentado en una silla.

 

¿La enfermedad de Alzheimer forma parte del proceso normal de envejecimiento?

La enfermedad de Alzheimer tiene lugar más, frecuentemente, en fases avanzadas de la vida y, por este motivo, la edad es considerada un factor de riesgo. La enfermedad de Alzheimer es un trastorno neurodegenerativo, que como tal, conlleva un proceso patológico y un declive de diversas capacidades cognitivas. Estos cambios no forman parte del envejecimiento normal de una persona. Aunque en edades avanzadas de la vida pueden haber olvidos ocasionales o una menor agilidad cognitiva para llevar a cabo algunas tareas, la enfermedad de Alzheimer va más allá, dado que implica un conjunto de síntomas y cambios progresivos que requieren de diagnóstico y tratamiento.

 

¿A qué edad aparecen los primeros síntomas?

La edad de inicio de los síntomas en la enfermedad de Alzheimer es variable según el caso. En general, su aparición es más frecuente a partir de los 65 años. A partir de esta edad el riesgo de padecerla se duplica cada 5 años. Sin embargo, 1 de cada 10 enfermos de Alzheimer presentan los primeros síntomas de la enfermedad antes de los 65 años.

 

¿Por qué es importante el diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer?

El diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer es importante para poder determinar la causa del deterioro cognitivo y poder hacer un tratamiento adecuado para minimizar los síntomas, sobre todo, en las fases iniciales. Además, el proceso diagnóstico nos permite descartar a la vez otras causas de demencia tratables. El hecho de confirmar el diagnóstico también es importante para obtener una información que permita la planificación por parte del paciente y su entorno. Si el diagnóstico se hace en una fase muy inicial de la enfermedad, el paciente podrá tomar decisiones de futuro sobre su vida y permitir que haya una planificación a corto y largo plazo de organización familiar y de apoyo social.

 

¿Cuántas personas padecen enfermedad de Alzheimer?

Se estima que hay unas 700.000 personas que sufren demencia en España y 50 millones de personas sufren demencia en el mundo.

 

¿Cuáles son las causas?

La causa última de la enfermedad de Alzheimer en la mayoría de los casos no se conoce. Sí se sabe que de manera muy precoz, años antes del inicio de los síntomas, se produce el depósito en el cerebro de dos proteínas, la proteína beta amiloide y la proteína tau hiperfosforilada. Estos depósitos se extienden por las diferentes áreas de la corteza cerebral siguiendo un patrón que es muy parecido entre enfermos de Alzheimer, interfiriendo en el normal funcionamiento de las neuronas, impidiendo la correcta comunicación entre ellas y el normal procesado de información y que contribuyen finalmente a la degeneración y muerte neuronal.

 

¿Cuáles son los factores de riesgo de la Enfermedad de Alzheimer?

  • Edad. El principal factor de riesgo de la enfermedad de Alzheimer esporádica es la edad. La incidencia y prevalencia de la enfermedad de Alzheimer aumenta con la edad, especialmente por encima de los 65 años.
  • Sexo femenino. Ser mujer también es un factor de riesgo, 2 de cada 3 nuevos casos son mujeres, aunque no se conoce bien el motivo.
  • Antecedentes familiaresde enfermedad de Alzheimer en la familia hace que una persona tenga mayor predisposición a sufrir la enfermedad, aunque solo en 1 de cada 200-500 casos la enfermedad se transmite de padres a hijos. El principal factor de riesgo genético, en los casos no heredados, es la presencia del alelo ε4 del gen de APOE que aumenta el riesgo de sufrir la enfermedad respecto a las personas que no tienen este alelo. Aun así, la presencia de este no determinará que la persona desarrolle la enfermedad, dado que la mitad de las personas que lo tienen nunca sufrirán la enfermedad.
  • El tabaquismo, el sedentarismo, la hipertensión arterial, la obesidad y la diabetes mellitus aumentan el riesgo de sufrir la enfermedad de Alzheimer.
  • Otros factores como la baja escolaridad, el aislamiento social, la depresión y la presencia de mala audición, también aumentan el riesgo de sufrir la enfermedad.

 

¿Cómo se hace el diagnóstico?

El diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer se clínico, es decir, el médico hace el diagnóstico teniendo en cuenta los síntomas, la exploración neurológica y las pruebas complementarias. Las pruebas complementarias más habituales son las pruebas cognitivas (test de memoria y otras capacidades cognitivas), análisis de sangre y la neuroimagen cerebral como la tomografía computarizada (llamada TC o scanner) o la resonancia magnética. Según el caso, también se utiliza el análisis de líquido cefalorraquídeo (obtenido con una punción lumbar) o la tomografía por emisiones de positrones (PET) -amiloide que miden las proteínas que se acumulan en el cerebro en los pacientes con la enfermedad de Alzheimer y el PET de glucosa que estudia el metabolismo neuronal (PET de glucosa). También se realizan pruebas genéticas en casos concretos en que se sospeche que se trata de un Alzheimer hereditario.

 

¿La enfermedad de Alzheimer es hereditaria?

En la gran mayoría de personas con enfermedad de Alzheimer los factores genéticos pueden tener una influencia en el riesgo (marcadores de riesgo), pero no causan por sí mismos la enfermedad. Por tanto, en general la enfermedad de Alzheimer no es hereditaria y no se transmite de padres a hijos. Existe una forma infrecuente, llamada enfermedad de Alzheimer genético (afecta menos de 1 de cada 200 casos de enfermedad de Alzheimer) en que la enfermedad es causada por una alteración genética que se transmite de padres a hijos y se inicia en edades muy precoces (20-50 años).

 

¿Cuál es su tratamiento?

Actualmente no hay ningún tratamiento disponible que cure o que detenga la progresión de la enfermedad. Los tratamientos específicos para la enfermedad de Alzheimer ofrecen un beneficio clínico al ralentizar el descenso cognitivo y funcional que causa la enfermedad.

Existen programas de estimulación cognitiva, de actividad física y programas de intervención sobre actividades de la vida diaria que han demostrado un efecto beneficioso en pacientes con enfermedad de Alzheimer. Hay diferentes tipos de cada una de estas intervenciones, pero no hay suficiente evidencia para recomendar un tipo u otro. Sí parece haber una dosis mínima para que estas actividades tengan un efecto positivo: unas dos sesiones semanales para programas de intervención cognitiva y unas 3 horas semanales para la actividad física. También se debe tener en cuenta la fase de la enfermedad, dado que no todos los programas son adecuados para todas las fases de la enfermedad.

 

¿Qué complicaciones puede presentar un paciente con enfermedad de Alzheimer?

  • En fases moderadas o moderadamente severas es frecuente la alteración del ritmo del sueño. Con frecuencia el paciente quiere irse a la cama más temprano por lo que se despierta antes, o bien no consigue dormir toda la noche y se levanta varias veces. Pueden presentar marcados cambios de conducta: irritabilidad, agresividad, confusión, alucinaciones. Estos cambios se pueden producir de forma progresiva o bruscamente (a veces por cambios de rutina o por procesos intercurrentes como las infecciones de orina o respiratorias). 
  • En fases severas la inmovilidad y sus complicaciones asociadas es la complicación crónica principal de la enfermedad. Pueden ser muy importantes las dificultades para la deglución, con riesgo de aspiración de líquidos y/o alimentos.

 

¿Cuántos años puede vivir una persona con la enfermedad de Alzheimer?

Las personas que padecen la enfermedad viven un promedio de 8-10 años desde el diagnóstico, pero su duración puede ser mayor, hasta 20 años de evolución. La esperanza de vida en cada caso depende de varios factores como son el propio ritmo de progresión de la enfermedad, que es variable en cada persona, la presencia de otras enfermedades y comorbilidades, que pueden favorecer un mayor empeoramiento y una mayor pérdida de autonomía, y también los cuidados recibidos en cada caso.

 

¿Qué se está investigando?

Hay múltiples líneas de investigación, algunas son:

  • Estudio de fármacos contra las proteínas β-amiloide y tau. Las proteínas β-amiloide y tau se acumulan en el cerebro de los enfermos de Alzheimer. Actualmente, están en marcha diferentes estudios con fármacos para pacientes en fases leves de la enfermedad, que intentan reducir los depósitos de estas proteínas con el fin de evitar la progresión de la neurodegeneración.
  • Estudio de las fases de la enfermedad de Alzheimer previas a la aparición de los síntomas. La enfermedad de Alzheimer se inicia en el cerebro décadas antes de que el paciente empiece a presentar síntomas. Estas fases, de la enfermedad de las que el paciente no se da cuenta, se denomina fase preclínica de la enfermedad de Alzheimer.
  • Caracterización de familias con enfermedad de Alzheimer genética. Los pacientes con enfermedad de Alzheimer genética nacen con la alteración genética, aunque la enfermedad empiece décadas más tarde. El estudio de las personas que han nacido con la alteración genética, pero que todavía no tienen síntomas, permite investigar cómo y cuándo empieza la enfermedad de Alzheimer en el cerebro y estudiar el efecto de los fármacos en estas fases tan iniciales.

Estudio de los efectos de la inflamación en la enfermedad de Alzheimer. En el cerebro de los enfermos de Alzheimer se producen fenómenos inflamatorios, pero todavía no se sabe el papel de la inflamación en la enfermedad. Conocer el papel de la inflamación en la enfermedad de Alzheimer puede indicar si las terapias antiinflamatorias son de utilidad.

 

¿Puede conducir coche o moto una persona con enfermedad de Alzheimer?

Conducir un vehículo es una actividad compleja que para llevarse a cabo correctamente y sin riesgos implica la integridad de varias capacidades cognitivas como la orientación, memoria, coordinación y agilidad mental. Aunque en fases iniciales de la enfermedad, los síntomas son leves y aparentemente la enfermedad no afecta a la forma de conducir del enfermo, e incluso pueden superar las pruebas de renovación del carné de conducir, se conoce que hay un aumento del riesgo de sufrir un accidente. La legislación y las recomendaciones en este sentido son diferentes dependiendo del lugar. En este sentido, la objetivación de ralentización cognitivo y/o alteración de las funciones visuoespaciales y visuoperceptivas y/o una dificultad en la interpretación de las señales de tráfico en la exploración, son datos que hacen recomendar evitar la conducción.

 

¿Puede fumar o beber alcohol una persona con enfermedad de Alzheimer?

El alcohol o el tabaco inciden de forma muy negativa en la salud de forma global y, especialmente, en el cerebro. Estos hábitos pueden provocar un deterioro de la circulación sanguínea y favorecer la presencia de ictus o hemorragias cerebrales. En el caso concreto del paciente con enfermedad de Alzheimer, se desaconseja el consumo de alcohol o bien reducir su consumo, dado que puede provocar desorientación y empeoramiento cognitivo del paciente mientras está bajo los efectos del alcohol.

 

¿Puede viajar una persona con enfermedad de Alzheimer?

En fases muy iniciales de la enfermedad, los viajes pueden llevarse a cabo con normalidad dado que el paciente es capaz de adaptarse a los cambios. Pero poco a poco esta capacidad se va perdiendo y las personas con la enfermedad pueden desarrollar mayores dificultades a la hora de poder procesar toda la información del nuevo entorno y la nueva organización del día que conlleva un viaje, por lo que deben tener supervisión continua. Por otro lado, los viajes pueden suponer un trastorno debido al cambio de rutinas y provocar confusión y alteraciones conductuales. Habitualmente, este empeoramiento es reversible en gran medida cuando la persona afectada vuelve a casa y sigue su rutina habitual.