Escuela de Pacientes del Servicio Riojano de Salud
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La enfermedad de Alzheimer supone la pérdida de capacidades intelectuales o cognitivas (memoria, atención, lenguaje, percepción, etc.).

Establecer rutinas

La enfermedad de Alzheimer supone la pérdida de capacidades intelectuales o cognitivas (memoria, atención, lenguaje, percepción, etc.).

En las etapas iniciales, el paciente todavía conserva autonomía; por ello, es primordial adoptar pautas y rutinas que le ayude a mantener y mejorar sus habilidades, y en consecuencia le hagan sentirse seguro.

Existen métodos o estrategias para recordar, tales como escribir en un diario o usar una agenda, hacer listas (de la compra, de las actividades diarias) o preparar el entorno para facilitar la vida; por ejemplo, poner un colgador de llaves junto a la puerta y así no se olvidarán.

Mantener la independencia

En la medida en la que el avance de la enfermedad lo permita, es aconsejable tratar al enfermo como era antes, de ese modo se logra reforzar su autoestima.

En ocasiones aparecen síntomas de depresión asociados; si eso sucede, debe comunicárselo a su neurólogo.

Simplificarle la vida

No ofrecer muchas alternativas ni opciones al paciente, lo contrario aumentaría su confusión. Es mejor hacer preguntas simples y cortas. Por ejemplo, en vez de decir, ¿Qué te quieres poner hoy?, preguntar mejor, ¿Te pondrás la camisa azul o la blanca?

Evitar las discusiones

Entre los síntomas de la Enfermedad de Alzheimer es bastante común la dificultad de los pacientes para entender y comunicarse; a pesar de ello, el paciente sigue siendo sensible a lo que sucede en su entorno, por lo que es imperativo crear un ambiente tranquilo.

No se empeñe en llevarle la contraria, tranquilícele y, si no entiende lo que se está diciendo, déjelo pasar. De esta manera se reduce también el estrés del cuidador.

Si no quiere realizar alguna actividad, por ejemplo ducharse, hay que dividir las tareas; su cerebro ya no es capaz de realizar con solvencia secuencias largas, es mejor proponer cada parte por separado. Es decir, en lugar de decir, “dúchate” habría que decir cada paso: “vamos al baño”, “¿por qué no dejas la camisa aquí?”, “¿Necesitas ayuda para quitarte el pantalón?”, “Pasa, te ayudaré con la temperatura del agua”, “Te ayudo a enjabonarte?”, “¿la temperatura del agua está bien?”, “¿Necesitas ayuda para salir?”.

Lenguaje. Controlar el lenguaje no verbal

Hay que hablar claro y despacio, mirando al enfermo. El paciente con demencia no entiende bien el mensaje dicho sólo con palabras, así que, al hablarle hay que controlar el tono de la voz y los gestos. Sonreír. Aunque el paciente comience a inquietarse y gritar, no hay que enfadarse, hay que controlar la velocidad de las palabras, los gestos no deben ser excesivamente rápidos. Mostrar siempre cariño.

Ejercitar la mente

El cerebro es como un músculo que necesita ejercitarse de forma regular, así se desarrolla y fortalece. Esto es cierto a cualquier edad, está comprobado que el cerebro mantiene la capacidad de aprender y crecer durante toda la vida, a expensas del aumento de conexiones entre las neuronas; así que, ayúdele.

Para esto, puede resultar beneficioso hacer puzles, practicar juegos de mesa (cartas, damas, dominó, ajedrez), ver algún noticiario de TV o escuchar la radio, leer libros, intentar memorizar los números de teléfonos de familiares y amigos, conservar amistades y reunirse para charlar; y, por último, no abandonar aficiones e incluso iniciar otras nuevas (pintar, tocar un instrumento, aprender o mejorar un idioma, apuntarse a clases de informática, etc.).

Ejercitar el cuerpo

Mientras sea posible, es imprescindible mantenerse activo e incluir estas tres actividades en el programa de ejercicios:

  • Estiramientos (dirigidos a mantener la elasticidad de los músculos y fortalecerlos, además disminuyen la sensación de inestabilidad o mareos, frecuentes en personas mayores).
  • Actividad aeróbica (actividades como andar deprisa o nadar mejoran la capacidad del corazón, pulmones y arterias para oxigenar los músculos y el cerebro).
  • Ejercicios de fuerza (tablas con pesas o gomas elásticas previenen la pérdida de masa muscular y la osteoporosis).

Cuidar del entorno

  • Mantener el ambiente bien iluminado.
  • Si el televisor está apagado y el nivel de ruido es bajo, el paciente se concentra mejor en lo que hace y se inquieta menos.
  • Reforzar la seguridad en casa: evitar alfombras, despejar los espacios.
  • Mantener los objetos cotidianos siempre en el mismo sitio e instalar relojes y calendarios que faciliten la orientación temporal.
  • Identificar cajones, estancias de la casa, fotos de familia que le ayuden a recordar al paciente.

Cuidado del cuidador

Es importante concienciarse de que el cuidador es el máximo apoyo, por esta razón debe cuidarse también, aprender a gestionar el estrés y controlar las emociones (culpa, enfado, soledad, impotencia, frustración).

Es necesario compartir el cuidado con el resto de la familia, pedir ayuda externa y disponer de tiempo para uno mismo (para ello es importante establecer rutinas para el paciente, porque sistematiza sus tareas diarias y proporciona tiempo libre al cuidador).