Escuela de Pacientes del Servicio Riojano de Salud
Ir a la portada

Una de las posibles complicaciones que pueden llegar a desarrollar los diabéticos es la afectación de los ojos, más concretamente de la retina, por lo que se denomina retinopatía diabética. La diabetes es la principal causa de ceguera en los países desarrollados como consecuencia de la retinopatía. Se estima que el riesgo de los pacientes diabéticos de sufrir ceguera es 5 veces superior al de la población general. El riesgo de desarrollar retinopatía también depende de la cantidad de años de evolución de la diabetes, de manera que en el momento del diagnóstico de la diabetes, tan solo el 5% de los pacientes presentan retinopatía; a los 10 años, ese índice puede ser del 40-50%, y a los 20 años el porcentaje de pacientes diabéticos con retinopatía puede alcanzar el 90%.

Sin embargo conviene saber que el riesgo de retinopatía se puede reducir en gran medida mediante el buen control de la enfermedad, de modo que si el control de la glucemia y de la presión es adecuado el riesgo de presentar afectación ocular es mucho menor. Además también conviene saber que si se diagnostica la retinopatía en fases iniciales puede ser tratada y el riesgo de llegar a perder la visión es mucho menor. Es por ello que se aconseja realizar revisiones oculares a todos los diabéticos tipo 2 desde el diagnóstico y a los tipo 1 a partir de los 5 años desde el diagnóstico. Estas revisiones deben incluir la exploración de la agudeza visual, la presión intraocular y el examen del fondo de ojo, para observar como está la retina. El fondo de ojo se puede examinar de manera directa mediante un oftalmoscopio o también mediante la realización de una fotografía de la retina mediante un retinógrafo.

La frecuencia de las revisiones oculares en personas con diabetes pero sin retinopatía debe realizarse con una periodicidad anual o bianual, mientras que en los que ya tienen retinopatía las revisiones deben ser más frecuentes. Una vez que ya se ha desarrollado la retinopatía existen múltiples tratamientos que pueden evitar la progresión de la enfermedad como son la aplicación de rayos láser, la vitrectomía o la infiltración intraocular de medicamentos que detienen el crecimiento anormal de vasos sanguíneos en la retina. Por lo tanto es muy importante conseguir un buen control de la glucemia y de la presión arterial así como la realización de exploraciones oculares periódicas con el fin de reducir al máximo el riesgo de poder desarrollar una pérdida de la visión.