No son alimentos recomendables ni están dentro de una alimentación sana, tanto si se tiene diabetes como si no. Sin embargo en algunas circunstancias su consumo ocasional no deteriora los niveles de glucosa. Por ejemplo, una persona diabética delgada, que hace ejercicio, que tiene bien tratada la presión arterial y el colesterol, no fumadora, que sepa sustituir e intercambiar entre los distintos alimentos con hidratos de carbono, puede de forma ocasional incorporar estos alimentos en su dieta. Pero hay que tener en cuenta que muchas veces van acompañados de sal, grasa, y exceso de calorías y todo ello es especialmente dañino para la diabetes.