La mejor «planta» medicinal sigue siendo una dieta equilibrada, ajustada a las necesidades de cada persona y controlada en su composición en azúcares, junto con la práctica de ejercicio físico de forma regular y el cumplimiento del tratamiento farmacológico indicado.
Existen diversas especies vegetales a las que se les atribuyen propiedades reductoras de la glucemia. La mayoría de las veces se trata sólo de usos tradicionales, pero en algunos casos se dispone de evidencia clínica que avala dicha acción. Así, la goma guar, el algarrobo y las vainas de judía disminuyen la absorción de los hidratos de carbono (azúcares), y las semillas de alholva estimulan la secreción de insulina por el páncreas. De todos modos, su acción no es tan potente como la de los medicamentos, y no deben constituir el tratamiento base de la diabetes y tampoco deben interferir en el cumplimiento del tratamiento prescrito por el médico, ni con la dieta y el ejercicio que todo diabético debe realizar. Además, su utilización ha de ser conocida y controlada por el médico o el farmacéutico.
En medicina existe la máxima de que cualquier tratamiento para tratar o curar una enfermedad tiene que ser previamente testado y avalado y seguir unos protocolos específicos que lleven a su aprobación por parte de las autoridades sanitarias. Actualmente no se dan las condiciones que certifiquen la utilidad de unas determinadas plantas medicinales que pretenden mejorar o curar la diabetes. Al respecto cabe tener en cuenta dos consideraciones: - Muchas veces tras el inicio de una diabetes tipo1 o tipo 2 sigue existiendo una cierta reserva de insulina en el páncreas que continua actuando, sobre todo si se está realizando algún tratamiento (dieta más algún fármaco o incluso insulina); si en ese momento el paciente añade alguna planta medicinal al tratamiento, podría concebir la falsa esperanza de que la mejoría del cuadro se debe sólo a esa planta y poner toda su fe en ella, cuando eso no es así.
Los profesionales hemos sido testigos de casos de pacientes que, precisamente por lo que acabamos de exponer, han abandonado el tratamiento convencional y han iniciado un tratamiento con plantas medicinales, que supuestamente ha sido eficaz durante unos meses. Sin embargo, ello se debe no tanto a la eficacia de la planta en concreto como a la fase de «luna de miel», mejoría temporal, que se da a veces en las semanas o meses posteriores al comienzo de la diabetes. La segunda parte de la historia es que al abandonar el tratamiento farmacológico estos pacientes han ingresado con descompensaciones por grandes elevaciones de la glucosa (azúcar) en sangre que han puesto en peligro sus vidas.
Resumiendo: la mejor «planta» medicinal sigue siendo una dieta equilibrada, ajustada a las necesidades de cada persona y controlada en su composición en azúcares, junto con la práctica de ejercicio físico de forma regular y el cumplimiento del tratamiento farmacológico indicado.